martes, 11 de noviembre de 2008

SOBRE LA GUERRA Y LA PAZ

CRISIS MUNDIAL Y LIBROS

Contestación a una encuesta en 1937

Naturalmente, hay una gran cantidad de libros buenos y hermosos a los que deseo una gran difusión. Pero no hay libros de cuya influencia pudiera esperarse un mejoramiento de las circunstancias y una configuración más amable del futuro. La crisis en que se encuentra nuestro mundo será, me temo, muy parecida al exterminio, aunque no llegue a serlo, y en su transcurso, además de muchas otras cosas hermosas y queridas, desaparecerán para siempre innumerables libros. Lo que ayer era aún sagrado, lo que aún hoy sigue siendo venerable e irrenunciable para un reducido círculo de intelectuales, estará pasado mañana totalmente enterrado y olvidado, a excepción de aquel resto que es indestructible y constituye la levadura de cualquier reproducción. Esto no perecerá jamás mientras existan seres humanos; es lo único "eterno" que posee el hombre.
Esta posesión, la más elevada de la humanidad, aparece formulada en diversas formas y lenguas, en la Biblia, en los libros sagrados de la antigua China, en los Vedanta hindúes; y en muchos otros libros y bibliotecas está contenido y ha encontrado forma lo poco que hasta ahora se conoce realmente. Esta forma no es unívoca y estos libros no son eternos, pero contienen la herencia espiritual de toda nuestra historia. Toda la otra literatura procede de ellos y sin ellos no existiría: por ejemplo, toda la poesía cristiana, hasta Dante y hasta hoy, es una irradiación del Nuevo Testamento, y si el conjunto de esta literatura desapareciese y el Nuevo Testamento fuera conservado, siempre podrían derivarse de él literaturas nuevas y similares. Solamente estos pocos "libros sagrados" de la humanidad tienen esta potencia generativa, y sólo ellos sobreviven a los milenios a las crisis mundiales. Es un consuelo saber que su difusión no hace al caso. No es necesario que sean millones o centenares de miles los que hayan poseído este o aquel libro sagrado, o mejor aún, que hayan sido poseídos por él: unos pocos son suficientes. 

© Hermann Hesse

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