sábado, 27 de septiembre de 2008

MENSAJE DEL GRAN JEFE SEATTLE

El Gran Jefe Blanco de Washington nos envió un mensaje diciendo que quiere comprar nuestras tierras. El gran jefe nos envió también palabras de amistad y de buena voluntad. Esto es muy amable por su parte, pues sabemos que él no necesita nuestra amistad. Sin embargo nosotros meditaremos su oferta, pues sabemos que si no vendemos vendrán seguramente hombres blancos armados y nos quitarán nuestras tierras.

Pero, ¿cómo es posible comprar o vender el cielo o el calor de la tierra? Nosotros no comprendemos esta idea. Si no somos dueños de la frescura del aire, ni del reflejo del agua, ¿cómo podréis comprarlos?

Nosotros tomaremos una decisión. El Gran Jefe de Washington podrá confiar en lo que diga el jefe Seattle, con tanta seguridad como en el transcurrir de las estaciones del año. Mis palabras son como las estrellas, que nunca tienen ocaso.

Cada partícula de esta tierra es sagrada para mi pueblo. Cada brillante aguja de pino, cada grano de arena de las playas, cada gota de rocío de los sombríos bosques, cada calvero, el zumbido de cada insecto... son sagrados en memoria y experiencia de mi pueblo. La savia que asciende por los árboles lleva consigo el recuerdo de los pieles rojas.

Los muertos de los hombres blancos olvidan la tierra donde nacieron cuando parten para vagar entre las estrellas. En cambio, nuestros muertos no olvidan jamás esta tierra maravillosa, pues ella es nuestra madre. Somos parte de la tierra y ella es parte de nosotros. Las flores perfumadas, el venado, el caballo, el gran águila, son nuestros hermanos.. Las cumbres rocosas, los prados húmedos, el calor del cuerpo de los potros y de los hombres, todos somos de la misma familia.

Por todo ello, cuando el Gran Jefe de Washington nos comunica que piensa comprar nuestras tierra exige mucho de nosotros. Dice que nos reservará un lugar donde podamos vivir agradablemente y que él será nuestro padre y nosotros nos convertiremos en sus hijos.

Pero, ¿es eso posible? Dios ama a vuestro pueblo y ha abandonado a sus hijos rojos. El envía máquinas para ayudar al hombre blanco en su trabajo y construye para él grandes poblados. Hace más fuerte a vuestro pueblo de día en día. Pronto inundaréis el país como ríos que se despeñan por precipicios tras una tormenta inesperada. Mi pueblo es como una época en regresión pero sin retorno. Somos raza distintas. Nuestros niños no juegan juntos y nuestros ancianos cuentas historias diferentes. Dios os es favorable y nosotros, en cambio, somos huérfanos.

Nosotros gozamos de alegría al sentir estos bosques. El agua cristalina que discurre por los ríos y los arroyos no es solamente agua, sino también la sangre de nuestros antepasados. Si os vendemos nuestras tierras debéis saber que son sagradas y enseñad a vuestros hijos que son sagradas y que cada reflejo fugaz del agua clara de las lagunas narra vivencias y sucesos de mi pueblo. El murmullo del agua es la voz de mis antepasados.

Los ríos son nuestros hermanos que sacian nuestra sed. Ellos llevan nuestras canoas y alimentan a nuestros hijos. Si os vendemos nuestras tierras debéis recordar esto y enseñad a vuestros hijos que los ríos son nuestros hermanos y que, por tanto, hay que tratarlos con dulzura, como se trata a un hermano.

El piel roja retrocedió siempre ante el hombre blanco invasor, como la niebla temprana se repliega en las montañas ante el sol de la mañana. Pero las cenizas de nuestros padres son sagradas, sus tumbas son suelo sagrado, y por ello estas colinas, estos árboles, esta parte del mundo es sagrada para nosotros. Sabemos que el hombre blanco no nos comprende. El no sabe distinguir una parte del país de otra, ya que es un extraño que llega en la noche y despoja a la tierra de lo que desea. La tierra no es su hermana sino su enemiga y cuando la ha dominado sigue avanzando. Deja atrás las tumbas de sus padres sin preocuparse. Olvida tanto las tumbas de sus padres como los derechos de sus hijos. Trata a su madre, la tierra, y a su hermano, el aire, como cosas para comprar y devastar, para venderlas como si fueran ovejas o cuentas de colores. Su voracidad acabará por devorar la tierra, no dejando atrás más que un desierto.

Yo no sé, pero nuestra forma de ser es diferente a la vuestra. La sola visión de vuestras ciudades tortura los ojos del piel roja. Quizá sea porque somos unos salvajes y no comprendemos. No hay silencio en las ciudades de los blancos. No hay ningún lugar donde escuchar cómo se abren las hojas de los arboles en primavera o el zumbido de los insectos. Quizá sea sólo porque soy un salvaje y no entiendo, pero el ruido de las ciudades únicamente ofende a nuestros oídos. ¿De qué sirve la vida si no podemos escuchar el grito solitario del chotacabras, ni las querellas nocturnas de las ranas al borde de la charca? Soy un piel roja y nada entiendo, pero nosotros amamos el rumor suave del viento, que acaricia la superficie del arroyo, y el olor de la brisa, purificada por la lluvia del medio día o densa por el aroma de los pinos.

El aire es precioso para el piel roja, pues todos los seres comparten el mismo aliento: el animal, el árbol, el hombre..., todos respiramos el mismo aire. El hombre parece no notar el aire que respira. Como un moribundo que agoniza desde hace muchos días, es insensible a la pestilencia.

Pero si nosotros o vendemos nuestras tierras no debéis olvidar que el aire es precioso, que el aire comparte su espíritu con toda la vida que mantiene. El aire dio a nuestros padres su primer aliento y recibió su última expiación. Y el aire también debe dar a nuestros hijos el espíritu de la vida. Y si nosotros os vendemos nuestras tierras, debéis apreciarlas como algo excepcional y sagrado, como el lugar donde también el hombre blanco sienta que el viento tiene el dulce aroma de las flores de las praderas.

Meditaremos la idea de vender nuestras tierras, y si decidimos aceptar, será sólo con una condición: el hombre blanco deberá tratar a los animales del país como a sus hermanos. Yo soy un salvaje y no lo entiendo de otra forma. Yo he visto miles de bisontes pudriéndose, abandonados por el hombre blanco tras matarlos a tiros desde un tren que pasaba. Yo soy un salvaje y no puedo comprender que una máquina humeante sea más importante que los bisontes, a los que nosotros cazamos tan sólo para seguir viviendo.

¿Qué sería del hombre sin los animales? Si los animales desaparecieran el hombre también moriría de gran soledad espiritual. Porque lo que le suceda a los animales, también pronto le ocurrirá al hombre. Todas las cosas están relacionadas entre sí. Lo que afecte a la tierra, afectará también a los hijos de la tierra.

Enseñad a vuestros hijos lo que nosotros hemos enseñado a nuestros hijos: la tierra es nuestra madre. Lo que afecte a la tierra, afectará también a los hijos de la tierra. Si los hombres escupen a la tierra, se escupen a si mismos. Porque nosotros sabemos esto: la tierra no pertenece al hombre, sino el hombre a la tierra. Todo está relacionado como la sangre que une a una familia. El hombre no creó el tejido de la vida, sino que simplemente es una fibra de él. Lo que hagáis a ese tejido, os lo hacéis a vosotros mismos.

El día y la noche no pueden convivir. Nuestros muertos viven en los dulces ríos de la tierra, regresan con el paso silencioso de la primavera y su espíritu perdura en el viento que riza la superficie del lago.

Meditaremos la idea del hombre blanco de comprar nuestras tierras. Pero, ¿puede acaso un hombre ser dueño de su madre? Mi pueblo pregunta: ¿qué quiere el hombre blanco? ¿Se puede comprar el aire o el calor de la tierra, o la agilidad del venado? ¿Cómo podemos nosotros venderos esas cosas, y vosotros cómo podríais comprarlas? ¿Podéis acaso hacer con la tierra lo que os plazca, simplemente porque un piel roja firme un pedazo de papel y se lo entregue a un hombre blanco? Si nosotros no poseemos la frescura del aire, ni el reflejo del agua, ¿cómo podréis comprarlos? ¿Acaso podréis volver a comprar los bisontes, cuando hayáis matado hasta el último?

Cuando todos los bisontes hayan sido sacrificados, los caballos salvajes domados, los misteriosos rincones del bosque profanados por el aliento agobiante de muchos hombres y se atiborren de cables parlantes la espléndida visión de las colinas... ¿dónde estará el bosque? Habrá sido destruido. ¿Dónde estará el águila? Habrá desaparecido. Y esto significará el fin de la vida y el comienzo de la lucha por la supervivencia.

Pero vosotros caminaréis hacia el desastre brillando gloriosamente, iluminados con la fuerza del dios que os trajo a este país y os destinó para dominar esta tierra y al piel roja. Dios os dio poder sobre los animales, los bosques y los pieles rojas por algún motivo especial. Ese motivo es para nosotros un enigma. Quizás lo comprendiéramos si supiésemos con qué sueña el hombre blanco, qué esperanza trasmite a sus hijos en la largas noches de invierno y qué ilusiones bullen en su imaginación que les haga anhelar el mañana.

Pero nosotros somos salvajes y los sueños del hombre blanco nos permanecen ocultos. Y por ello seguiremos distintos caminos, porque por encima de todo valoramos el derecho de cada hombre a vivir como quiera, por muy diferente que sea de sus hermanos.

No es mucho realmente lo que nos une. El día y la noche no pueden convivir y nosotros meditaremos vuestra oferta de comprar nuestro país y enviarnos a una reserva. Allí viviremos aparte y en paz. No tiene importancia dónde pasemos el resto de nuestros días. Nuestros hijos vieron a sus padres denigrados y vencidos. Nuestros guerreros han sido humillados y tras la derrota pasan sus días hastiados, envenenando sus cuerpos con comidas dulces y fuertes bebidas. Carecen de importancia dónde pasemos el resto de nuestros días. Ya no serán muchos, Pocas horas más quizás un par de inviernos, y ningún hijo de las grandes tribus que antaño vivían en este país y que ahora vagan en pequeños grupos por los bosques, sobrevivirán para lamentarse ante la tumba de un pueblo, que era tan fuerte y tan lleno de esperanzas como el nuestro.

Pero cuando el último piel roja haya desaparecido de esta tierra y sus recuerdos sólo sean como la sombra de una nube sobre la pradera, todavía estará vivo el espíritu de mis antepasados en estas riberas y en estos bosques. Porque ellos amaban esta tierra como el recién nacido ama el latir del corazón de su madre.

Pero ¿por qué he de lamentarme por el ocaso de mi pueblo? Los pueblos están formados por hombres, no por otra cosa. Y los hombres nacen y mueren como las olas del mar. Incluso el hombre blanco, cuyo dios camina y habla con él de amigo a amigo, no puede eludir ese destino común. Quizás seamos realmente hermanos. Una cosa si sabemos, que quizás el hombre blanco descubra algún día que nuestro Dios y el vuestro, son el mismo Dios. Vosotros quizás pensáis que le poseéis, al igual que pretendéis poseer nuestro país, pero eso no podéis lograrlo. Él es el Dios de todos lo hombres, tanto de los pieles rojas como de los blancos. Esta tierra le es preciosa, y dañar la tierra significa despreciar a su Creador

También los blancos desapareceréis, quizás antes que las demás razas. Continuad ensuciando vuestro lecho y una noche moriréis asfixiados por vuestros propios excrementos.

Nosotros meditaremos vuestra oferta de comprar nuestra tierra, pues sabemos que si no aceptamos vendrá seguramente el hombre blanco con armas y nos expulsará. Porque el hombre blanco, que detenta momentáneamente el poder, cree que ya es Dios, a quien pertenece el mundo.

Si os cedemos nuestra tierra amadla tanto como nosotros la amábamos, cuidadla tanto como nosotros la cuidamos, y conservad el recuerdo de tal como es cuando vosotros la toméis.

Y con todas vuestras fuerzas, vuestro espíritu y vuestro corazón, conservarla para vuestros hijos y amadla como Dios nos ama a todos.

Pues aunque somos salvajes sabemos una cosa: nuestro Dios es vuestro Dios. Esta tierra es sagrada. Incluso el hombre blanco no puede eludir el destino común. Quizás incluso seamos hermanos. ¡Quien sabe!


jueves, 25 de septiembre de 2008

VOLUNTADES

CÂNTICO NEGRO

"Vem por aqui" — dizem-me alguns com os olhos doces
Estendendo-me os braços, e seguros
De que seria bom que eu os ouvisse
Quando me dizem: "vem por aqui!"
Eu olho-os com olhos lassos,
(Há, nos olhos meus, ironias e cansaços)
E cruzo os braços, 
E nunca vou por ali...
A minha glória é esta:
Criar desumanidades!
Não acompanhar ninguém.
— Que eu vivo com o mesmo sem-vontade
Com que rasguei o ventre à minha mãe
Não, não vou por ai! Só vou por onde
me levam meus próprios passos...
Se ao que busco saber nenhum de vós responde
Por que me repetis: vem por aqui?

Prefiro escorregar nos becos lamacentos
Redemoinhar aos ventos,
Como farrapos, arrastar os pés sangrentos,
A ir por aí...
Se vim a o mundo, foi
Só para desflorar florestas virgens,
E desnhar meus próprios pés na areia inexplorada!
O mais que faço não vale nada.

Como, pois, sereis vós
Que me dareis impulsos, ferramentas e coragem
Para eu derrubar os meus obstáculos?...
Corre, nas vossas veias, sangue velho dos avós,
E vós amais o que é fácil!
Eu amo o Longe e a Miragem,
Amo os abismos, as torrentes, os desertos...

Ide! Tendes estradas,
Tendes jardins, tendes canteiros,
Tendes pátria, tendes tetos,
E tendes regras, e tratados, e filósofos, e sábios...
Eu tenho a minha Loucura!
Levanto-a, como un facho, a arder na noite escura, 
E sinto espuma, e sangue, e cânticos nos lábios...
Deus e o Diabo é que guiam, mais ninguém!
Todos tiveram pai, todos tiveram mãe;
Mas eu, que nunca principio nem acabo,
Nasci do amor que há entre Deus e o Diabo.

Ah, que ninguém me dê piedosas intenções,
Ninguém me peça definições!
Ninguém me diga: "vem por aqui"!
A minha vida é un vendaval que se soltou,
É uma onda que se alevantou,
É um átomo a mais que se animou....
Não sei por onde vou,
Não sei para onde vou
Sei que não vou por aí!

_____________
CÁNTICO NEGRO

"Ven por aquí" – me dicen algunos con los ojos dulces
Extendiéndome los brazos, y seguros
De que sería bueno que yo les escuchase
Cuando me dicen: "¡Ven por aquí!"
Yo les miro con ojos apagados,
(Hay en mis ojos ironías y cansancios)
Y cruzo los brazos, 
Y nunca voy por allí...
Mi gloria es esta
¡Crear inhumanidades!
No acompañar a nadie
– Yo vivo con la misma desgana
Con la que rasgué el vientre a mi madre
¡No, no voy por ahí! Solo voy por donde
Me llevan mis propios pasos...
Si a lo que busco saber ninguno de ustedes me responde
¿Por qué me repetís "¡Ven por aquí!"?

Prefiero escurrirme por los rincones fangosos
Arremolinarme con los vientos,
Como trapos, arrastrar los pies sangrientos,
Antes que ir por ahí...
Si vine al mundo, fue
¡Sólo para deforestar selvas vírgenes,
y dibujar mis propios pies en la arena inexplorada!
Todo lo que hago no vale nada.

¿Cómo, entonces, seréis vosotros
Quienes me daréis impulsos, herramientas y coraje
Para derribar mis obstáculos?
¡Corre por vuestras venas sangre vieja de los antepasados,
Y vosotros amáis lo que es más fácil!
Yo amo lo Lejano y el Espejismo,
Amo los abismos, los torrentes, los desiertos...

¡Id! Tenéis carreteras,
Tenéis jardines, tenéis canteros,
Tenéis patria, tenéis techos,
y tenéis reglas, y tratados, y filósofos, y sabios...
¡Yo tengo mi Locura!
La elevo, como una antorcha, ardiendo en la noche oscura
Y siento espuma, y sangre, y cánticos en los labios...
¡Dios y el Diablo son los que me guian, nadie más!
Todos tuvieron padre, todos tuvieron madre;
Pero yo, que nunca comienzo ni acabo,
Nací del amor que hay entre Dios y el Diablo.

¡Ay, que nadie me de piadosas intenciones,
Que nadie me pida definiciones!
Que nadie me diga: "¡Ven por aquí!"
Mi vida es un vendaval que se levantó
Es una ola que se alzó,
Es un átomo más que se estimuló...
¡No sé por dónde voy,
No sé hacia dónde voy
Sé que no voy por allí!

© José Régio 


miércoles, 17 de septiembre de 2008

LENGUA: USOS Y COSTUMBRES

Si en el instante en que nos figuramos la idea de "nación", nos asalta de manera instintiva la noción de una colectividad determinada que comparte una serie de artefactos desarrollados desde su propia cultura, apelando a lo más profundo de su idiosincrasia para dar sentido a un desarrollo humano, en la gran mayoría de las ocasiones nos quedaremos cortos. No obstante, es cierto que en todos y cada uno de los miembros de una comunidad de individuos, por pequeña que ésta sea, siempre existe un concepto no explicado –no voy a decir innato–, intuitivo de identificación con el grupo en el que cada individuo se representa a sí mismo y se desenvuelve en función del acceso y la intención que se establezcan para llegar a tal fin. Esto, así, de manera desnuda, en teoría no representaría a ojos de la sensatez ningún problema.
 
Puesto que cada comunidad de individuos forma una unidad abstracta, objetiva y a menudo anecdótica, cada individuo se ve a sí mismo de manera inevitable compartiendo su propio universo con otros miembros que también siguen el mismo proceso. ¿Cómo dar entidad de unión a todo esto? ¿Sobre qué bases se fundamenta la cohesión de una comunidad de individuos determinada?
 
Son muchas las maneras, entre las que se encuentra el desarrollo de un sistema legal originado en la necesidad de administrar los bienes o materias primas de las que se disponen para su producción y posterior distribución de manera más o menos equitativa, al margen del método que se emplee, grosso modo. Al mismo tiempo, dicho sistema legal también administra y regula la moral y las creencias propias de esa comunidad al amparo de la creación de instituciones religiosas de la índole que sea (iglesias, comunidad de sacerdotes, hechiceros, consejo de ancianos...), en las que, por supuesto, también se incluye la conducta de los miembros de una comunidad y la manera en que se ha de actuar para posibilitar el funcionamiento de toda esta maquinaria. Para ello, se emplean distintos métodos, como antes esbocé, dependiendo de las características de cada comunidad; pero, sobre todo, hay un instrumento que hace que todo ese conocimiento se transmita entre los individuos que es, aún si cabe, más primordial que el resto: la comunicación lingüística.
Sabemos que hay culturas ágrafas que se arreglan con lo que tienen sin necesidad de utilizar un corpus demasiado complejo de símbolos para sistematizar todo el acerbo que requiere ser conocido por la comunidad. La transmisión oral de individuo a individuo crea vínculos muy sólidos entre ellos que, en gran medida, establecen un cierto conservadurismo muchas veces resquebrajado en función de los nuevos conocimientos que dicha comunidad adquiera. Ni que decir tiene que dicha transmisión viene desde las esferas de la autoridad, o de quien los miembros de una comunidad consideran capacitado para ello: desde los ancianos de la tribu, pasando por una asamblea o consejo donde cada individuo tiene su voz y opinión, hasta la figura de un representante o líder –figura abstracta donde las haya– a quien se ha investido de la capacidad de ordenar en función de habilidades, experiencia o incluso por designio divino o sufragio popular. Hablo, desde luego, a grandes rasgos sin intención de entrar en demasiados pormenores que bien pudieran contribuir a hacer este artículo más arduo y complejo de lo que pretende ser al alejarse del objeto que se pretende tratar.

Las lenguas, como tal, en un principio no son más que un instrumento de cohesión, de identificación grupal, aunque también lo son de discordia, rechazo y segregación entre los miembros de una comunidad dada. Todo esto viene al amparo del uso que de ellas quiera hacerse. Dado que la palabra desde siempre ha sido un instrumento muy poderoso, cada individuo se adscribe a la función simbólica que le interese o que le resulte más acorde con su manera de estar o relacionarse con la comunidad y con la realidad que en ese momento le toca. Es decir, no hay nada aséptico, objetivo, concreto en el uso que se hace de los recursos lingüísticos de una determinada lengua; no se instrumentaliza per se. Su supervivencia, desarrollo, evolución y dinamismo depende no de un grupo concreto dentro de una sociedad de hablantes, sino de cada uno de ellos, al incorporar sus maneras de entender y de verbalizar la experiencia que está viviendo. Así, desde la emoción, surge la poesía cuyo germen es la imaginación. De la imaginación también surge lo narrativo y lo filosófico, ya que se ponen en juego las funciones especulativas y creativas de la mente para elaborar un discurso más o menos efectivo y con una intencionalidad determinada por el espíritu, experiencia y sensibilidad de quien lo emite y recibe. De ahí que haya sociedades que gracias a su lengua de uso hayan conseguido desarrollarla hasta el punto de hacer arte con ella. En otras sociedades apenas se queda en un mero instrumento de transmisión de información acorde con las necesidades que dicha sociedad requiera, priorizando los usos de otros recursos culturales tales como la música, la artesanía, la religión, etc. Esto no hace que una u otra sea más primitiva o más desarrollada que otra, pues dentro de lo que para sus necesidades ha de cubrirse basta y en ocasiones hasta sobra.

Desde esta reflexión, los individuos son relativamente conscientes de que manejan un instrumento para unos fines determinados, cualesquiera que éstos sean y quieran poner al servicio o no de su sociedad. Bien es sabido de la existencia de términos e incluso rudimentos lingüísticos creados por ciertas comunidades para usos específicos, los llamados argots. Es esta facultad creativa de los individuos la que en un momento determinado puede llegar a crear escisiones dentro de la misma comunidad lingüística con la finalidad de identificarse con cierto número de individuos que participan de una serie de circunstancias; son los llamados "sociolectos" que no son más que la adaptación a un grupo de uso mayor que cada individuo hace de su lengua –idiolecto– y de su capacidad para simbolizar el mundo que le rodea. Es una cuestión de afinidad y de afirmación social.

De esta manera, resulta muy interesante la manera en que determinadas sociedades adquieren su noción de "nación". Evidentemente, siguiendo este razonamiento, cada individuo sería una nación en sí mismo, por descabellado que pueda resultar este argumento.
 
¿Qué debemos entender por nacionalismo? Lejos de ser subjetivos con este delicado término, el nacionalismo sería la defensa de los valores culturales, institucionales, éticos, morales, religiosos, etcétera, desarrollados por una comunidad determinada y su voluntad de conservación como manera de identificación y cohesión de los individuos que la forman en un territorio común. Hasta ahí, nada debiera alarmarnos. No obstante, en la historia de los nacionalismos, en la mayoría de las ocasiones, siempre hemos encontrado un elemento común que los refuerza: la lengua que esa sociedad usa en su propio territorio. Este tipo de fenómeno se suele dar en lugares donde conviven –valga, por favor, el término– comunidades diversas cuyo origen, evolución y desarrollo cultural han sido potenciados por una voluntad de identificación muy fuerte con una comunidad cultural determinada cuyo lugar donde habitan es compartido por otras sociedades que se identifican con el resto en mayor o menor medida y con voluntades distintas con respecto a su propia afirmación cultural particular.

El conflicto viene al descubrirse la dirección en que esa identificación se conduce. Hay un nacionalismo integrador que potencia y valora las particularidades y características de las diversas sociedades que comparten territorio. Hay un nacionalismo centralista, en el que se establece un poder central que hace prevalecer la adscripción de la mayoría a un concepto de nación abstracto en el que lo particular es tratado frecuentemente como anecdótico o incluso condescendientemente "exótico" y en el que no cabe bajo pretexto alguno la posibilidad de un desarrollo sano de una comunidad en particular. Luego, y creo que éste es el más odioso de todos los nacionalismos, es el separatista en el que, en aras de una reivindicación exacerbada encabezada por unos pocos pone en pie de guerra a una sociedad determinada en contra de los otros miembros que comparten territorio bajo una comunidad institucional. En estos casos, desde el punto de vista lingüístico, conviene ser cautos. 

La decisión que cada sociedad tome para hacer preponderar el uso de una lengua particular común a un grupo minoritario con respecto a la lengua que se utiliza en todo el territorio bajo la que se unifica e integran las distintas comunidades ha de manejarse en un contexto abierto y no sellado para el resto de los miembros del territorio con los que se convive. En la mayoría de las ocasiones, los que enarbolan la bandera de su unicidad o particularidad por poseer una lengua que los identifica, son también conocedores de la lengua común que se utiliza en el territorio. Nunca desde la imposición ni desde la segregación podrá una comunidad crecer y desarrollarse más allá de lo que sus dirigentes quieran si continúan aferrados una idea soberanista trasnochada y poco meditada. Si se considera una amenaza el hecho de que un individuo ajeno a una comunidad lingüística particular tenga la voluntad de acercarse a ella mediante el estudio de su lengua por las razones que sean, al final, todo quedará en casa y poco a poco, con el tiempo, esa comunidad irá empequeñeciéndose más y más. Caerá en un estado de oscurantismo en el cual se viva de espaldas al resto de comunidades que conviven en el mismo territorio. Tanto es aplicable para unos y para otros: tanto para el grueso que habla y usa la lengua oficial del estado, como para el que habla y usa la lengua oficial de su comunidad. 

Por eso, creo que el concepto de nación no ha de verse más que como algo abstracto, un instrumento más para intentar poner un poco de orden a lo que bulle dentro de un territorio. Cada individuo ha de ser libre de identificarse con quien quiera y de establecer las afinidades que se deseen con una comunidad en particular. Si desde la raíz comenzamos a jugar a dinamitar la voluntad individual de integrar y compartir al nivel que sea la experiencia y la cultura de los distintos grupos que cohabitan en un mismo lugar el resultado final será el sinsentido al que estamos asistiendo en muchas partes del mundo. No hay nada exclusivo para nadie. Sí que es positivo defender y difundir unos valores culturales para poder conocernos y acercarnos. Lo que no es positivo es imponerlos para dar un ficticio "valor" a algo que en sí mismo no es más que una etiqueta más y una máscara para seguir andando por este mundo que con más o menos sensatez hemos ido armando desde que nos pusimos de pie hace ya tanto tiempo.

© Javier Mérida 


viernes, 12 de septiembre de 2008

POLACOS DIVERSOS

SKOK OSTATECZNY

umieranie to tylko spadanie
z mont blanc ciała

skok o WSYZSTKO
w zachłanną nicość

z wiarą że po
przkroczeniu barierz istnienia

otworzy się sam
spadochron duszy

________________
EL SALTO POSTRERO

morir es tan sólo caer
desde el mont blanc del cuerpo

saltar por encima del TODO
hacia la ávida nada

confiando en que tras 
pasar sobre los parapetos de la existencia

se abrirá por sí solo
el paracaídas del alma

© Józef Baran

______
WYBÓR

Odejść
zatrzasnąć za sobą wieko milczenia
czy ciągle
podejmować wysiłek od nowa

uwalniać gardło z ucisku
próbować oddychać
wymówić słowo
powiedzieć całe zdanie
zabrać głos
w pośpiechu
nim znowu nałożą knebel

wiem że czekasz
ty
który się wsłuchujesz
przykładasz ucho
do głuchej ściany

________
ELECCIÓN

Irse
cerrar de golpe tras uno la tapa del silencio
o volver
otra vez a hacer el esfuerzo

liberar la garganta de la presión
intentar respirar
pronunciar un vocablo
decir toda una frase
tomar la palabra
con prisas
antes de que pongan otra vez la mordaza

sé que esperas
que escuchas con atención
que pegas la oreja
a esa pared sorda

© Ryszard Kapuściński