jueves, 8 de noviembre de 2012

LOS NIÑOS TERRIBLES

Existen casas y existencias que dejarían estupefactas a las personas razonables. No comprenderían que un desorden hecho para durar quince días pueda mantenerse varios años. Ahora bien, estas casas, estas existencias conflictivas, se mantienen perfectamente, numerosas, ilegales, contra toda previsión. Pero donde no se equivocaría la razón es en que si la fuerza de las cosas fuera una fuerza, ésta las precipitaría hacia su fin.

Los seres singulares y sus actos asociales son el encanto del mundo plural que los expulsa. Uno se angustia de la velocidad adquirida por el ciclón en el que respiran esas almas trágicas y ligeras. Esto comienza con niñerías; en un principio no se ve en ello más que juegos.


© Jean Cocteau, Los niños terribles, 1929. (Traducción de Mauricio Wacquez)

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