sábado, 14 de febrero de 2009

LA CANCIÓN DE AMERGIN

Soy un ciervo de siete púas,
soy una creciente a través de un llano,
soy un viento en un lago profundo,
soy una lágrima que el sol deja caer,
soy un gavilán sobre el acantilado,
soy una espina bajo la uña,
soy un prodigio entre flores,
soy un mago: ¿quién sino yo
inflama la cabeza fría con humo?

Soy una lanza que anhela la sangre,
soy un salmón en un estanque,
soy un señuelo del paraíso,
soy una colina por donde andan los poetas,
soy un jabalí despiadado y rojo,
soy un quebrantador que amenaza la ruina,
soy una marea que arrastra a la muerte,
soy un infante: ¿quién sino yo
atisba desde el arco no labrado del dolmen?

Soy la matriz de todos los bosques.
Soy la fogata de todas las colinas.
Soy la reina de todas las colmenas.
Soy el escudo de todas las cabezas.
Soy la tumba de todas las esperanzas.

(Versión de Robert Graves)

2 comentarios:

colorprimario dijo...

Ir y venir. Morir y renacer. Oscilar eternamente entre los polos opuestos de una contradicción que, como diría Camus, ha de ser la forma de expresión más sutil del espíritu. Los vaivenes de mi viaje, el amor, el tiempo... Uno siempre regresa para volver a irse, no?


(Me costó, pero al final lo entendí)

Gracias...

D.

Felipe dijo...

Buenas Javi, curiosamente he estado asistiendo a un Taller de poesía impartido por la palabra itinerante y trajeron este poema en una de las sesiones. El "título" de dicha sesión es: DIGO MI NOMBRE. LO DIGO PARA VERME. Trajeron este poema de un anónimo milesio que vivió en el 1268 A. de C. como ejemplo para intentar decirnos, para aproximarnos al yo. En este caso es un acercamiento verdadero hacia la identidad, una deconstrucción basada en aplicar el efecto metafórico, el lado sustitutivo. El contexto del poema -nos explicaron- es que Amergin era un druída (poeta y brujo) que permitió el desembarco de los milesios en Irlanda con este poema a modo de conjuro que eliminaba las fuerzas adversas.

Un abrazo.

Felipe.