Elegir. Filtrar la propia esencia a través de un acto que no nos pertenece de manera natural. Ponerle al mero hecho de ser, una llave que abra o cierre las infinitas posibilidades de la existencia. Permitirse no asistir al flujo constante de lo que sucede. Sólo no eligiendo podemos detener ese círculo. Eliges ser bueno, comprensivo, amable; eliges ser malo, perverso, interesado: juzgas lo que pasa sin darte cuenta de que lo que pasa no te juzga, sino que te hace partícipe de ese devenir. ¿Qué somos? ¿Somos realmente? ¿Nos “son”? Lo que queremos decir... “puedo explicarlo todo”, “esto no es lo que parece”... No podemos explicarlo todo. Pero es cierto que esto no es lo que parece. Por eso nos justificamos constantemente. Elegimos pedir perdón por algo de lo cual en nuestro fuero interno, el más íntimo, sentimos que no hemos transgredido. La culpa, el pecado... conceptos que no existen realmente desde el momento que algo remita a otra cosa que no es. No. Sí. Tal vez. La duda. La duda como ruptura, como cisma de nuestro propio artefacto. Somos una herramienta que nos permite ser a medio fuelle, no vaya a ser que se nos apague el fuego de la hoguera que acabamos de hacer. Romperse de una buena vez. Dinamitarse los cimientos al darnos cuenta de que esos cimientos nunca estuvieron. Somos, tan sólo. Tan terriblemente de esa manera. Lo primordial de existir radica en no contemplar que hay un antes o un después... eso son meras maneras de situarnos en un espacio-tiempo absolutamente relativo. Y ese es el gran error. Lo importante es no situarse, tan sólo ser consciente de estar donde se está. El resto es sólo un resto de nuestra concepción de lo que creemos ser. Normalmente, no hay nada de lo que pueda ser pensado acerca de uno mismo que no remita a lo esencial, a nuestra propia naturaleza que no deja de ser más que lo que es.
© Javier Mérida
1 comentario:
Tu forma de escribir me recuerda a Ciorán pero evidentemente tú tienes una dosis mucho mayor de esperanza en tus palabras. Escribo con prisas... la comparación sólo es intuitiva y espontánea. Me ha encantado el texto. Te sigo visitando. Un abrazo.
Felipe.
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