martes, 21 de octubre de 2008

QUE AMANEZCA Y ME VAYA

que amanezca y me vaya
soldando a escarcha la luz de mi saludo
en la sonrisa dorada de una ninfa dormida

que amanezca y me muera
haciendo trapos de tu nombre
en los harapos de mis lágrimas

subirán desde el suelo las magnolias
que desearán ser en tus senos samarcanda
mercaderes de tetuán sherpas del himalaya

que amanezca y sea lirio
en tus sandalias mojadas de blanco rocío
como el sendero de tu boca sobre mi espalda

ansia que te quiero ansia
dominada
contagiada del oscuro espanto del olivo

sombra huraña de la arena
que retuerce entre sus dedos
la tibieza de las olas que se mueren de tu playa

que amanezca y caiga tinto
el dolor sincero de no querer que te vayas
anidar morena en tu refugio de uvas pardas

volviera el cuervo de su víctima a la rama
para seguir velando
el cadáver gris de mi silencio sin alma

la última caricia del sol
sobre la lisa piel del alba

el primer rayo de luna
atrapado entre tus labios

y mis besos de telaraña

© Javier Mérida

CUANDO ES OTOÑO

cuando es otoño
revive en cada gota de mi sudor
el calor de la mañana
buscando sombra de higueras
junto a los cardos que azotan el camino

aquí
donde el berrido de las cigarras
es taranto
encuentro la sed antigua de mi nombre
picándome en los ojos
ahogando mis párpados en una siesta
con ruido de ratones por el tejado

nada es tan simple como un hule
habitado de moscas cansinas
que buscan su descanso
en los restos fríos de los platos

mientras tanto las gallinas
cacarean un aria del pasado verano

reconozco la melodía
con una rama de heno
entre mis labios tranquilos

© Javier Mérida

jueves, 9 de octubre de 2008

MANUAL DE DESTRUCCIONES

MANERA SENCILLÍSIMA DE DESTRUIR UNA CIUDAD

Se espera, escondido en el pasto, a que una gran nube de la especie cúmulo se sitúe sobre la ciudad aborrecida. Se dispara entonces la flecha petrificadora, la nube se convierte en mármol, y el resto no merece comentario

© Julio Cortázar - La vuelta al día en ochenta mundos